sábado, 21 de junio de 2008

El Rey Jesús, según Graves




"Rey Jesús" es una novela de Robert Graves, muerto en Deià, Mallorca, que muestra hasta dónde puede llegar la Iesuología cuando está libre de los encuadramientos del dogmatismo e incluso del academicismo.

Graves era un historiador que eligió la novela histórica como medio de expresión de todo lo que sabía que era verosímil, pero no plenamente comprobable. Podía llegar a hipótesis tan aventuradas que no era posible publicarlas en un medio académico y ser considerado un autor serio. Pero era necesario mencionarlas y como novelista podía hablar de ellas y seguir siendo visto como un buen novelista.

La novela histórica se convierte con él en un género histórico -como puede serlo la historia de la economía, o la de las mentalidades-, que se basa en el siguiente supuesto: los datos probados pueden dar lugar a una infinidad de hipótesis, algunas de las cuales deberán permanecer como hipótesis, pero tienen un valor explicativo condicional. Es decir, la novela histórica puede llevar a un aumento del conocimiento, con determinadas condiciones.

Para asentar este modesto punto de vista, Graves inserta al final de su novela una breve exposición de los datos comprobados que hacen verosímiles sus hipótesis incomprobables. Sigue fuentes bíblicas, talmúdicas, apócrifas, gnósticas, como fundamento de datos aislados que luego él intenta ordenar racionalmente.

La principal hipótesis de Graves es que si Jesús Nazareno o Ieshu ha Notzrí pretendió ser el Rey de los Judíos es porque pudo ser el legítimo heredero del trono de David por las dos razones previstas por una Ley que él deduce de las antiguas costumbres de Israel: como hijo legítimo de María (que sería heredera de Michal, esposa de David, puesto que la madre sería quien transmitiera los derechos dinásticos) y de Antípater, el hijo y heredero del mismísimo Rey Herodes, el Edomita, peligroso abuelo por tanto de Jesús, lo que explicaría algunos hechos de su vida.

Graves es también un notable conocedor de la cultura esotérica de la Antigüedad, uno de los terrenos más resbaladizos de cuantos se ofrecen al pie del historiador-novelista, lo que le lleva a suponer que la misión espiritual asumida por Jesús Nazareno fue luchar contra la Hembra, entendida míticamente, por lo que puedo comprender, como representación de la sensualidad, de la carne, de la materia que estorba la emancipación espiritual humana. María Magdalena, a la que llama María la Peluquera, una anciana bruja, poseída por los demonios de la sensualidad, personifica contra él a la Hembra, en una lucha en la que resplandece la erudición rabínica de Jesús Nazareno, hasta que vencida y purificada la anciana Peluquera, se le rinde de todo corazón.

En cambio tiene menos altura la explicación de Graves de los milagros por los que Jesús fue conocido y reconocido, porque sigue un racionalismo ya anticuado, del tipo de "lo que parecía tal cosa era en realidad tal otra". Hoy se empieza a conocer que los milagros no son una prueba excluyente de la veracidad de una religión, sino fenómenos paranormales asociados a la experiencia mística en general, presentes lo mismo entre los sufíes que entre los budistas, y que por tanto forman parte de una naturalidad de lo más elevado en la experiencia humana que algún día será explicado racionalmente, sin que la explicación racional tenga que ser condescendiente, sino conascendiente. Pero Graves, tan audaz en sus hipótesis históricas, no llega en general a una audacia parapsicológica equivalente, aunque algunas de las posibles explicaciones las deja en el aire, como misteriosas.

Tampoco desarrolla el tema de la Pasión, en el que tanto coinciden los Evangelios canónicos, y cuyo significado simbólico puede ser analizado no hipotéticamente: Jesús Nazareno, Rey de los Judíos, reconocido y entronizado por el poder soberano de Roma, que también profetizaba sin saberlo: coronado (de espinas), revestido de púrpura (vieja), un cetro en su mano (de caña), saludado por los soldados, bajo la fórmula "¡Salve Rey de los Judíos!" (como burla) y finalmente elevado (en la cruz) bajo el título oficial definitivo de "Jesús Nazareno Rey de los Judíos".

Por tanto, Jesús Nazareno, Hijo de David, seguidor de Hillel, de quien aprendió el doble mandato de "Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo", Rey de los Judíos, judío cuya historia sólo se entiende entre los judíos y cuyo destino fue extender la Torah por todas las naciones, y el precepto básico del amor al semejante, única religión que lo prescribe en un lugar tan alto.