jueves, 17 de mayo de 2007

Lectio Judaica in Euangelio Hebraeorum





Por Kim Pérez


ABSTRACT. This paper is about the nearly lost "Evangile of the Hebrews", not a Gnostic apocryph, but the only text used by the Notzrim, the Jews who suited Jesus in Jerusalem under Jacob, "the Brother of the Lord".

It remains just a few fragments, specially interesting for their not trinitarian Christology and for their moral, more radical and paradoxal than that of the Synoptic Evangiles.

I remember the well known fact of the intrusion of Paul of Tarse among the disciples of Jesus and the fundation of a Church whose theology was very different from the Jewish one accepted by Jesus and his Notzrim disciples.

Writing in Spain, I wonder if a considerable part of Notzrim migrated to our Peninsula after the loss of Jerusalem, being so the matrix of Spanish Christendom, some of whose elements remains until today (the cult of Saint James)






Nota previa.
Leo en los Evangelios la historia de Jesús Nazareno y encuentro que lo más importante de ella es que es propiamente una historia, una narración de una vida real, incluido el hecho de la Resurrección (cotejable críticamente en la Sábana Santa), que se recoge en unos relatos breves y bellos como canciones.

La historia puede y debe ser abordada críticamente, pero los hombres reales de la historia pueden despertar un amor especial, y el amor es y no es crítico, como en el caso del que se puede sentir por Cristo (Pasolini, Mel Gibson…)

Este amor humano y a la vez crítico y no crítico me parece suficiente, porque es amor. Todo amor es humano y a la vez crítico y no crítico, y no necesita filosofías ni teologías que lo justifiquen. Mi sentimiento por Jesús Nazareno Rey de los Judíos es histórico y amante, no teológico.

Pero dentro de lo histórico, encuentro que la figura de Jesús me parece singularmente bella cuando la considero con arreglo a cómo lo veían sus discípulos directos, los Judíos Nazarenos de Jerusalén (los Cristianos eran gentiles)

Quedan unas líneas del único libro que usaban, el Evangelio según los Hebreos, o Auténtico de Mateo, o Judaico. Otros recuerdos tan directos como éstos se encuentran en los Evangelios canónicos, que en conjunto han sido muy rehechos, pero que guardan esas perlas: ése es el caso de las Cuatro Bendiciones y las Cuatro Maldiciones, que aparecen en San Lucas, tan distintas de las Ocho Bienaventuranzas retocadas.

El presente escrito se basa en gran parte en los textos ordenados por Aurelio de Santos Otero así como en los puntos de vista críticos reunidos por Gonzalo Puente Ojea, lo que no significa que los comparta íntegramente. El Evangelio de los Hebreos se conoce casi únicamente por citas de San Jerónimo y de su maestro, Orígenes. San Jerónimo dice que estaba escrito en hebreo o en arameo (la lengua de Jesús) con caracteres hebreos. En tiempos de San Jerónimo, entre los siglos III y IV lo usaban todavía los Nazarenos de Berea (Aleppo), descendientes de la Iglesia de Jerusalén, así como los Ebionitas. Él mismo dice que se le llamaba comúnmente "Matthaei Authenticum", el Auténtico de Mateo. En una palabra, es un Evangelio casi desaparecido, del que quedan sólo un par de hojas, que la Iglesia respeta por la tradición de veneración hacia él y no se atreve a llamar apócrifo, dejándolo así en un limbo entre éstos y los canónicos.

Basta sumergirse en los Evangelios (tal como nos han llegado) para comprender que el Rey de los Judíos prefería de corazón a los humillados y a los pecadores: a los leprosos, mendigos, enfermos, a la adúltera que iba a ser lapidada, a los cobradores de los impuestos, a los despreciados samaritanos…

Había una razón sin duda: el Rey de los Judíos veía la fuerza purificadora de la humillación y hasta del pecado, su capacidad de crear corazones tiernos y amantes, sensibles a las realidades de la existencia, frente a la dureza de corazón de quienes se sienten orgullosos y encastillados en su virtud.

Así creaba un Reino al revés, en el que los últimos fueron los primeros, pero no para recibir los viejos honores, sino en la pureza e intensidad de la nueva fraternidad humana,


1. La intrusión de Saúl de Tarso


El Rey de los Judíos aseguró que las puertas del infierno no prevalecerían contra su comunidad, pero los embates empezaron muy pronto y el principal, enseguida.

Esa acometida fue la predicación de Saúl de Tarso que, como se sabe, no había visto nunca a Jesús Nazareno, ni lo había oído , ni había hablado con él. No podía recordarlo por tanto en su día a día vivo, libre, amable, despreocupado de lo material, sin hogar, no convencional, comprensivo y compasivo.

Él mismo reconocía que enseñaba un Evangelio diferente, en el que no hablaba de nada de lo que había dicho o hecho Jesús, por lo que vemos en sus escritos, sino sólo lo que representaba para sus especulaciones escatológicas.

En su enseñanza, se proclamó nada menos que Apóstol por cuenta propia y no mantuvo contacto con los Apóstoles de Jerusalén durante tres años, rompiendo la estructura cerrada dispuesta por el propio Jesús, tan limitada a doce que por eso Judas fue sustituido por Matías. Saúl quiso ser el Apóstol número trece y lo fue de hecho, fuera del círculo previsto.

Jesús se había dirigido a los judíos, y sólo excepcionalmente a una samaritana, pero Saúl se dirigió a los gentiles, a quienes permitió seguir a Jesús sin seguir la Ley Judía.

Los judíos nazarenos, seguidores de Jesús y dirigidos por el Apóstol Jacob, el hermano del Mesías, no aceptaron esta decisión y acusaron por eso a Saúl como apóstata. Saúl fingió que había habido un acuerdo y así lo hizo contar en los "Hechos de los Apóstoles"; quizá consiguió que el Apóstol Simón Kefas vacilara.

Pero, aparte de la cuestión de la identidad religiosa de los seguidores de Jesús, la moral de Saúl de Tarso es la corriente, la del sentido común, sin nada de lo paradójico y radical que hay en la de Jesús y se puede ver en ella el origen del formalismo agresivo y despiadado, tan farisaico, que culminó con los siglos en la Inquisición.

Saúl de Tarso superó muchísimo a todos los discípulos en actividad proselitista, en inteligencia y a casi todos en capacidad literaria (menos a Juan, el autor de la hermosísima Epístola, del Evangelio y a quien se atribuye el Apocalipsis)

Tuvo el mérito de llevar el conocimiento de Jesús a los gentiles, con lo que lo salvó de la ruina de Jerusalén y lo extendió, de hecho, a todos los pueblos, cumpliendo las profecías; pero puede preguntarse cómo hubiera sido la Comunidad Nazarena en caso de que Saúl de Tarso hubiera puesto su talento y su energía al servicio de los verdaderos Apóstoles.

Todas las Iglesias que sobreviven, apostólicas, ortodoxas, católica, protestante, evangélicas, son saulinas. No sobreviven los Nazarenos ni los Ebionitas, las comunidades no saulinas, pero por eso es necesario restablecer su fe.

Mientras que, a mi entender, Jesús habla de Dios, a quien siente dentro de sí, pero como un término de la mirada, la divinización de la persona de Jesús, la atención puesta en él a la manera saulina, empobrece la imagen de Dios al definir lo indefinible.

Jesús siente dentro de sí a Dios como amor por los hombres, que vuelca en milagros de compasión, lo que es su contribución específica al vasto movimiento del monoteísmo, pero a la vez, este amor por los hombres hasta la muerte es una forma del amor absoluto que en todo hombre expresa su necesidad del Absoluto.

No es preciso mirar a Jesús para ver a Dios, como sostiene desde entonces la Iglesia saulina, sino ver, gracias a Jesús, el amor en general y en particular la compasión hacia el hombre como camino hacia Dios o como Reino del Amor por Dios.

Los Nazarenos, judíos dirigidos por el judío Jacob, el Hermano del Mesías, que usaban el propio sobrenombre religioso del que llamaban el Señor, el de una comunidad observante, los Notzrim, también eran llamados los Pobres de Jerusalén, porque expresaban su mutua compasión en que eran pobres y todo lo tenían en común, unos quizás antiguos mendigos curados, otros, pobres por su voluntad, los que habían repartido lo que tenían. Aún así, debían de tener verdaderas carencias como comunidad, porque Saúl (Paulo, “Poco”) hacía colectas para ellos, pero no vivía como ellos, no era de ellos.

Los Nazarenos no reconocían las escrituras de los cristianos gentiles, como las Epístolas paulinas o los Hechos de los Apóstoles. Tampoco se parecían mucho a los acomodados conversos griegos, llamados “pobres de espíritu”, pero no necesariamente pobres de dinero, más semejantes a los cristianos actuales.

Los Nazarenos contaban con un solo Evangelio, el de los Hebreos, y posiblemente con un par de Epístolas, la de Santiago el Menor y la de los Hebreos.

Dejaron de existir (salvo unos pocos) con la destrucción de Jerusalén y la dispersión de los judíos, que les afectó a ellos puesto que eran judíos, el año 71, antes de que se escribieran los Evangelios canónicos, corregidos (según afirma una escuela crítica en la que participa Gonzalo Puente Ojea) con el fin de exculpar a los cristianos gentiles de la rebelión de los judíos y librarlos de la prevención contra ellos. Los recuerdos de Jesús que contienen fueron escritos usando otras fuentes, como el “Documento Q” y retocados también desde la perspectiva de Pablo de Tarso.

Quizás sólo el Apocalipsis, libro posterior a los Nazarenos, descubre una sensibilidad más judía que gentil. No por casualidad, entonces, según explicaré al final, fue uno de los libros más leídos en España.



2. La fe de los Nazarenos


Lo que se ha conservado del Evangelio de los Hebreos, son dichos del Señor o relatos como los que siguen, de los que aporto traducción propia del latín, lo más literal posible:

(Bautismo) "Y un hecho fue que, como ascendiese el Señor del agua, descendió toda la fuente de la Exhalación Santa, y descansó sobre Él y le dijo: Hijo mío, en todos los profetas te esperaba para que vinieras y descansara en Ti. Tú eres pues mi descanso, tú eres Hijo Mío Primogénito, que reinas sempiternamente".

(Citado por San Jerónimo. Pongo en femenino la alusión a la Exhalación Santa, o Espíritu Santo, porque corresponde al original hebreo, que es femenino, la “Ruah”, que significa la exhalación o soplo de Dios, su sabiduría viva, hecho que tiene grandes consecuencias en el pensamiento del propio Jesús, como se verá enseguida.

Primogénito, no Unigénito; debe insistirse en esta palabra, de tantas consecuencias teológicas; el Mayor; el Rey; El Hijo del Hombre, el Nuevo Adán, el primer hombre de una nueva Humanidad liberada del pecado.

No Hijo de Dios desde antes de su nacimiento, sino desde el momento en que la Exhalación Santa descendió sobre él en el bautismo. Y nada de símbolos como el de la paloma. No encarnación, sino inspiración)

(Transfiguración) "Ha poco que me tomó mi Madre, la Exhalación Santa, por uno de mis cabellos y me llevó al monte del gran Tabor"

(Citado por Orígenes y en parte por San Jerónimo. Expresa un camino que, de haber seguido, habría sido muy distinto del de la teología trinitaria y también de la mariológica, consecuencias de las especulaciones paulinas.

Dentro de la tradición judía, si Jesús se consideraba el Hijo Primogénito de Dios, lo era también de su aspecto maternal, la Ruah, la Ciencia Viva de Dios, la Ciencia del Amor (me atrevo a decir, la Exhalación Santa y Dios sería así Padre y Madre del Rey Mesías.

En la literatura bíblica es frecuente feminizar a la Sabiduría de Dios. En ella es donde Jesús se ha sentido generado como por una madre.

Lo del único cabello se refiere posiblemente a la sutileza de la Unión mística y transfiguradora, imagen que se encuentra también en San Juan de la Cruz)

(Padrenuestro) "El pan de mañana, dánoslo hoy" (Citado por San Jerónimo, que apostilla que significa: "del futuro". Es propio de los pobres que se simbolice el espíritu o la vida por el pan. O sea, que el espíritu que nos alimente en el futuro, nos lo dé ya hoy: el pan del que nos alimentaremos en tu reino, el espíritu de amor, materializado ya en la Cena del Señor)

(Dichos) "Y nunca, dijo, estéis alegres, sino cuando viéseis a vuestro hermano en amor"

Entre los pecados mayores, el de quien “entristeciere el espíritu de su hermano" (Citado por San Jerónimo)

"Le dijo, explicó, otro de los ricos: Maestro, ¿qué de bueno tengo que hacer para que viva? Le dijo: Hombre, obra las Leyes y los Profetas. Le respondió: Lo he hecho. Le dijo: Ve, vende todo lo que poseas, divídelo con los pobres y ven a seguirme. Comenzó sin embargo el rico a rascarse la cabeza y no le complació. Y le dijo el Señor: ¿Cómo dices, he obrado la Ley y los Profetas?; porque está escrito en la Ley: Ama a tu vecino como a ti mismo y he aquí a muchos hermanos tuyos, hijos de Abraham, vestidos de basura y muriendo de hambre, y mi casa está llena de muchos bienes y no sale absolutamente nada de ella a ellos. Y volviéndose, dijo a Simón, discípulo suyo, sentado junto a él: Simón, hijo de Juan, más fácil es que un camello entre por el ojo de la aguja que un rico en el reino de los cielos"

(Los marginales entienden muy bien lo de “Ve, vende todo lo que poseas, divídelo con los pobres y ven a seguirme”. Los adaptados a la lucha diaria por la vida, o incuso los padres de familia, no. Pero esta marginalidad, a la que sólo se atreven los gitanos, los artistas, los hippies y los muchachos, hace ver por un momento el telón de fondo de autonomía para lo fundamental que necesitamos para que el trabajo y la racionalidad no nos ahoguen.

La lectura disfórica se puede fijar también en “los hermanos tuyos, vestidos de basura y muriendo de hambre”. ¿No describe, entre tantas otras, la figura de tantas travestis en la prostitución callejera, devoradas por el desprecio y las drogas, de Sonia, en la calle desde los quince años, de Brenda, desde los dieciséis, de las muertas por el sida, no hay nadie que sienta compasión y respeto por ellas? Estas palabras sí son propias del Rey Mesías: la dureza de la descripción de la indiferencia de los ricos frente a la basura y el hambre.

Joachim Jeremias, erudito autor de “Palabras desconocidas de Jesús”, coincide en creer en la antigüedad de esta versión por algunos rasgos históricos menores, pero no deja de observar su carácter durísimo, que es lo que desaparece en la versión canónica.

Es notable y coherente con los presupuestos de endulzamiento político de los Evangelios canónicos (Puente Ojea) que en el actual texto "según San Mateo", se omita la mención a la basura y al hambre; lo mismo en el de San Marcos y en el de San Lucas; es cierto que, en los actuales, se mantiene el imperativo "vende cuanto tienes y dáselo a los pobres", pero se pierde la realista alusión a las causas de este imperativo y también a que la casa está llena y de ella no sale nada)

"Si pecare, dijo, tu hermano de palabra y te diere satisfacción, siete veces en un día recíbelo. Le dijo Simón, discípulo de él: ¿Siete veces en un día? Respondió el Señor y le dijo: También te digo que hasta setenta veces siete. Puesto que en los mismos profetas, después de ungidos por la Exhalación Santa, se han encontrado palabras de pecado”.

"Si estáis en el seno mío y no realizáis lo que pretende mi Padre, que está en los cielos, de mi seno os arrojaré" (O sea, como una versión del antiguo “Misericordia quiero y no sacrificios”: no se trata de comulgar como cumplimiento, sino de saber lo que esa palabra significa: compartir el pan y el vino)

(Milagros) "Era albañil, ganándome la vida con las manos; te ruego, Jesús, que me devuelvas la salud para no mendigar torpemente la comida" (Citado por San Jerónimo. Ayudó a un albañil parado por su enfermedad)

(Resurrección) "Sin embargo, el Señor, como diese la sábana al siervo del sacerdote, fue hacia Santiago y se le apareció ...Traed, dijo el Señor, la mesa y el pan. Tomó el pan y lo bendijo y lo partió y lo dio a Santiago el Justo y le dijo: Hermano mío, come tu pan, porque resucitó el hijo del hombre de los durmientes"

(Citado por San Jerónimo. Naturalidad de su saludo a Santiago, como hermano suyo. Primacía a Santiago el Justo, el Menor, en las apariciones. En el actual "según San Mateo" ni palabra sobre la aparición a Santiago, ni en San Marcos, ni en San Lucas. Desaparece. ¿Por qué? Probablemente, por la aparente minusvaloración gentil del Hermano del Mesías, Jacob, cabeza de los Nazarenos, de la Comunidad de Jerusalén. Sin embargo, en justicia hay que decir que Paulo es el único que habla de esta aparición. Por cierto, en la cena del Señor, lo esencial es tomar el pan y partirlo y darlo o compartirlo y llamarlo “tuyo”, de quien lo recibe, y no del que lo da. Y ese pan es entonces el Cuerpo del Mesías, su corporalidad, sin más milagro que el del amor)


(Alusiones) San Jerónimo, glosando la parábola de los talentos, dice: "Porque el Evangelio en caracteres hebraicos... discernía tres siervos: el que se había comido las posesiones del señor entre prostitutas y flautistas, el que las había multiplicado con su esfuerzo y el que había escondido el talento. Y dijo que uno fuera acogido, otro únicamente reprendido y el otro encarcelado"

(Texto que revela la moral de Jesús: el juerguista (y de nuevo se alude a las prostitutas) es perdonado, no se sabe bien por qué, pero Dios quiere perdonarlo, quizá porque ve su humilde corazón de cigarra; quien cumple mejor con su deber, y puede enorgullecerse por eso, es reprendido; y quien desaprovecha lo que ha recibido, qué menos, castigado.

En una palabra, el que es más trabajador, esforzado, virtuoso, es reprendido, expresión que merece ser subrayada, quizás porque es de los que confían en sus fuerzas.

En cambio, en el actual "según San Mateo", que procede en este punto del antiguo “Documento Q”, no del “Authenticum”, el primero, que es así, recibe cinco y con su trabajo gana otros cinco; el segundo dos, y gana otros dos, y son premiados; y el tercero lo esconde y es sancionado. Esta versión no significa ninguna novedad o revelación; es de sentido común, es naturalista, es farisea. Pero en ella se escamotea lo original de la primera:el pecado de quien se lo gasta todo en juergas y sin embargo es perdonado, contrapuesto al afán de quien trabaja, que es reprendido.

El “Documento Q” no se vincula a los cristianos gentiles ni tampoco a los nazarenos de Jerusalén. Se piensa en un origen galileo y en predicadores ambulantes, es decir en una tercera comunidad jesuista, ni griega ni jerosolimitana, sino galilea. Por tanto es difícil pensar en este caso en una acomodación o en una maniobra de desactivación política propias de los gentiles, porque además, el texto de los Hebreos tiene un valor espiritual, no político. ¿Pero por qué el “Documento Q” debilita hasta tal punto lo que sí recoge el Evangelio de los Hebreos?

Puede pensarse en simples diferencias de memorización. Pero en todo caso, entre las dos versiones, se puede reconocer que la de los Hebreos es más fiel que la del Documento Q. Veamos las razones:

Desde el punto de vista de la forma, debe recordarse la tendencia de la literatura oral a señalar tres variantes: tres hijas, tres aventuras, etc, lo que se memoriza muy bien; en la versión hebraica aparecen estas tres variantes, pero en la versión Q hay sólo dos clases de actitudes, aunque haya tres sirvientes; luego en la segunda, algo ha sido olvidado.

Y sabemos precisamente qué, no es una mera especulación, puesto que en el evangelio hebraico, el de los nazarenos, se explicita: pero era demasiado audaz, es demasiado contrario a la moral bienpensante. La diferencia entre los dos primeros, demasiado iguales, se limita a un cuestión de grado en lo que el señor les confía; y ambos son premiados, por igual, mientras que en la versión hebraica, mucho más estructurada, aparecen tres clases de actitudes y tres clases de recompensas.

La moral que se deduce de la segunda versión es la del hombre virtuoso, esforzado, que cumple con su deber y por eso es premiado. La de quien está contento de sí mismo. Eso es fariseísmo o racionalismo puro.

La moral que se deduce de la primera es la del pecador que es perdonado y la del virtuoso que es amonestado. Eso es coherente con otras parábolas que conocemos de Jesús: como la del hijo pródigo, que por el pecado y el arrepentimiento es recibido y agasajado más que su hermano, el cumplidor de siempre.

La noción de Jesús sobre el pecado es llamativamente existencial. Es malo, el hombre ha de ser liberado de él, pero es bueno haberlo probado para arrepentirse, volverse humilde y querer librarse; el pecado se convierte en una vía de purificación. Es una visión profunda que corresponde a la frívola, pero verdadera, de Oscar Wilde, cuando decía que “la mejor manera de evitar una tentación es caer en ella”.

En el caso de la prostitución, sabe que las prostitutas han llegado a través de su pecado a la vergüenza y la humildad. Los canónicos están en este caso conformes con ese criterio y llenos de alusiones inequívocas o probables a prostitutas a las que ama: la mujer que unge sus pies y los seca con sus cabellos, la que ha amado mucho, las que precederán a lo virtuosos…

Haré una digresión necesaria para señalar que Joachim Jeremias cree auténtico, jerosolimitano, un “logion” o supuesto dicho no canónico de Jesús, el de uno de los papiros de Oxirrinco, en el que hablaba también de “prostitutas y flautistas”, repitiendo la expresión de la parábola de los talentos como si fuera una frase hecha, pero para decir, el único con esta aspereza, que “están llenas de escorpiones y putrefacción”.

Cabe pensar que habla del estado de pecado, no de la pecadora purificada. El relato, según lo analiza minuciosamente Joachim Jeremias, tiene muchos rasgos de historicidad en el relato del suceso, lo que incita a creer que el logion que contiene, tan duro para las prostitutas, sea auténtico. Pero es que el pecado es objetivamente un escorpión y una podredumbre de la que la pecadora quiere huir y liberarse.

Esta interpretación me parece coherente con la actitud de Jesús, que reclama en este fragmento la purificación del alma, más allá de la ritual propugnada por los sacerdotes del Templo: el lavado corporal antes de entrar a él. No veo la contaminación gnóstica que supone Aurelio de Santos, puesto que no se refiere a la dualidad cuerpo-alma de los gnósticos, sino, más simplemente, a los rituales hebreos, tan formales como faltos de espíritu.

No debe de ser parte del Evangelio de los Hebreos, sin embargo, porque en éste se llama continuamente a Jesús Señor, es decir, Rey, Rey Mesías, Rey de los Judíos, sino Salvador, lo que presupone otra interpretación de su persona.

(Resurrección): “Yo, en verdad, y después de la resurrección, en carne lo vi y creo, porque es; y cuando vino a Pedro y a los que estaban con Pedro, dijo: He aquí, palpadme y ved, porque no soy un demonio incorpóreo. Y al instante lo tocaron y creyeron”.

Lo primero que me llama la atención de este fragmento es el uso de la primera persona en quien lo cuenta: “lo vi y creo”. ¿Quién es quien escribe el Evangelio de los Hebreos en primera persona? ¿Mateo, porque en otros lugares San Jerónimo lo llama “Evangelio Hebraico según Mateo”? ¿Por tanto un testigo presencial de la resurrección? “Yo”, era por tanto Leví el rico judío publicano, cobrador del peaje del Lago de Genesaret, pero por eso despreciado por los suyos, excomulgado de la comunidad, quien cuando Jesús le dijo “Sígueme”, sencillamente “se levantó y lo siguió”, dejándolo todo, y después se cambió su nombre por el de Mattai, en arameo, abreviación de Mattanyah, en hebreo, “regalo de Yahveh”. ¿No resuena todo esto en el corazón disfórico?

Los otros escritos que proceden de los Nazarenos son la Epístola de Santiago y el Apocalipsis.

La Epístola de Santiago el Justo es muy judía y dura, muy denunciadora de injusticias, muy preocupada por los pobres, nada por la pureza sexual. Se dirige a "las doce tribus dispersas entre las naciones", lo cual no puede ser literal, porque en aquellos tiempos sólo sobrevivían la tribu de Judá y la de Benjamín. Creo que se refiere a los judíos nazarenos, probablemente conscientes de que cada uno de los Doce Apóstoles puede representar a una tribu (por eso tenían que seguir siendo los Doce, y después de la traición y muerte de Judas, tuvo que ser sustituído por Matías) Habla de cuestiones relacionadas con el bien que se hace, con la justicia o la injusticia, no menciona en ningún momento la sexualidad tan obsesiva para los acomodados gentiles.

"Que el hermano pobre esté contento por ser elevado y el rico, por ser rebajado".

“Hermanos, ¿no escogió Dios a los pobres de este mundo para hacerlos ricos de fe y darles el reino que ha prometido a quienes le aman? Y vosotros despreciáis a los pobres. ¿No os aplastan los ricos y os ponen pleitos y desprecian el nombre que os ha sido puesto?

"Si un hermano o una hermana están sin ropa y sin el pan de cada día y uno de vosotros les dice: "Buenos días, abrigaros y comed" y no les da lo que les hace falta, ¿de qué les sirve?"

"¡Cómo grita el jornal que habéis dejado de pagar a los segadores! Las protestas de los segadores han llegado hasta los oídos del Señor de los Ejércitos!"


Otro vestigio de los Nazarenos supongo que debe de ser la Epístola a los Hebreos, atribuida a Pablo de Tarso pero hoy considerada anónima.

Es un escrito también muy judío. Lo esencial de él es considerar a Jesús, no como Dios, lo que para un judío sería una blasfemia, sino como Sumo Sacerdote, o intermediario entre Dios y los hombres.

Es la que lo llama Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec y precisa que este nombre significa Rey de la Justicia, y que como era Rey de Salem, o Jerusalén, que significa Paz, también Rey de la Paz.

Jesús, Sumo Sacerdote, Rey de la Justicia y de la Paz, intermediario entre los hombres sus hermanos y Dios nuestro padre.

Por último, podemos también encontrar en los Evangelios canónicos (gentiles o paulinos) otras supervivencias posibles del Evangelio de los Hebreos o de la fe de los Nazarenos.

Por ejemplo, las Cuatro Bendiciones que hay en San Lucas, proceden también del documento Q, lo que hace que las Cuatro Maldiciones que las siguen procedan o bien del redactor, por un prurito de simetría, o bien de otra fuente que las incluyera, que podría ser, hipotetizo, el Evangelio de los Hebreos.

En todo caso, unas y otras parecen más auténticas que las Ocho Bendiciones de San Mateo, por las siguientes razones:

Primero. Veamos a quien se bendice en San Lucas: A los pobres; a los hambrientos; a los que lloran; y a los odiados por su causa.

Y a quiénes se maldice o por quienes se lamenta: A los ricos; a los que están hartos; a los que ríen; y a los que son elogiados por la gente.

En los dos casos, conceptos simples que todo el mundo conoce y todos comprendemos.

Veamos ahora lo que se dice en San Mateo:

Se bendice: A los pobres de espíritu, (no a los pobres, sin más; ¿pero qué es exactamente un pobre de espíritu? ¿no lo puede ser un rico que se declara desapegado?); a los mansos o afables; a los que lloran; a los hambrientos y sedientos de justicia, ( pero tampoco a los que tienen hambre y ya está; ¿y quiénes son los hambrientos y sedientos de justicia o virtud, no son más bien los virtuosos?); a los compasivos; a los limpios de corazón; a los pacificadores; a los perseguidos por ser justos; a los ofendidos por su causa.

¿A quién se maldice? A nadie. Todo resulta complicado, difícil de definir, blando e inofensivo.

Mientras que las Cuatro Bendiciones y las Cuatro Maldiciones son un canto de guerra, las Ocho Bienaventuranzas son una salmodia bondadosa, mansa, apacible, aburrida. El orden romano y farisaico tenía mucho que temer de las primeras; nada de las segundas.

¿Por qué, entre las dos versiones, también soy de los que creen que la verdadera es la de San Lucas?

Primero, porque es la más dura y clara, y por tanto disonante con el modelo de Jesús conciliador que proclamó la Iglesia gentil.

La versión extensa, pero recortada de toda dureza, es muy deliberadamente política al diluir la problemática de las clases, borrando una mención tan explícita contra los ricos, los hartos y los que ríen como la que estructura las Cuatro Maldiciones y sustituyendo a los pobres por los pobres de espíritu y a los hambrientos por quienes tienen hambre y sed de justicia.

Así se atenúa el enfrentamiento del Reino del Mesías con los reinos de este mundo, en especial con el de Roma, tan incómodo para los cristianos paulinos o gentiles después de la insurrección judía, como lo recoge Puente Ojea, lo que resulta una hábil prestidigitación, que la diferencia de la versión breve y de la Epístola de Santiago, tan diferenciadora de las clases.

Segundo, porque las innovaciones son claramente interpolaciones o añadidos, que parten de unas palabras simples iniciales intercalando otras que las deforman, como se hace al añadir ala palabra “pobres” el suplemento “de espíritu”, a “hambrientos”, el de “y sedientos de justicia” y todos lo demás añadidos, cuyo efecto general es difuminar la dura sencillez de la pobreza, el hambre y el llanto,

Y tercero, porque la primera versión es más acorde con las reglas de la transmisión oral: simetría que forma un ritmo de cuatro y cuatro y sencillez del texto, tanto en las palabras como en los conceptos. La segunda en cambio es una salmodia de ocho elementos, sin paralelismo alguno, y de conceptos retorcidos,


En conclusión, aunque sin base documental, puede aventurarse que la versión del Sermón de la Montaña de San Lucas es más coherente con la actitud de los “Pobres de Jerusalén”, los Nazarenos, que no se llamaban precisamente “los pobres de espíritu de Jerusalén”.



Apéndice 1. Los Nazarenos, matriz de la Iglesia española


Los Nazarenos dejaron de existir como comunidad en Jerusalén el año 71, cuando los romanos arrasaron la ciudad y dispersaron a los judíos. Algunos se refugiaron en Pella, al otro lado del Jordán y otros en Aleppo, en Siria.

Creo que muchos de ellos pudieron también refugiarse en España, sobre todo en la Cartaginense y la Bética, en las ya numerosas juderías que existían aquí.

Tengo cinco indicios: el primero, la tradición unitarista y no trinitaria de la Iglesia hispana durante la Alta Edad Media, expresada en distintas herejías, que se puede atribuir a supervivencias del arrianismo o, alternativamente, del nazarenismo.

El segundo, las actas del Concilio de Ilíberis (303) que prohiben que los cristianos y los judíos coman juntos; regla sorprendente, que puede explicar esta prohibida familiaridad pensando que todavía los cristianos y los nazarenos exiliados compartieran la Cena del Señor, más semejante a una cena cualquiera, pero llena de significado religioso.

Comer juntos cristianos y judíos, para que lo prohiba un Concilio, sugiere que fuera una comida especial, la Cena del Señor (el Rey, para los segundos) Podía ser que no hubiera una diferencia muy neta entre los judíos nazarenos y los otros judíos.

O bien los cristianos paulinos querían que los nazarenos acabaran por diferenciarse del resto de los judíos o en todo caso, diferenciarse ellos mismos de los nazarenos, llamándolos judíos a secas.

El tercer indicio de un posible origen nazareno de la cristiandad hispana está en que la liturgia peninsular, el rito luego llamado visigótico o mozárabe, procede de la antioquena o siríaca, la más judía de las cristianas, hacia el siglo IV; en el siglo en que todavía aquel Concilio tuvo que prohibir a los cristianos que fraternizaran y comieran con los judíos ¿nazarenos, según mi suposición?; todavía entonces, al otro lado del Mediterráneo, sobrevivía la comunidad nazarena de Berea (Aleppo) a la que me refería al principio.

En resumen, nuestra liturgia más antigua no vino de la romana, que era propiamente paulina, sino de la nazarena.

Otras iglesias vivas, del grupo de las apostólicas, mantienen reminiscencias de la liturgia nazarena. En particular, la Iglesia llamada actualmente "asiria" (que se reconoce que debería ser "siria"), la cual procede de Edesa, perteneciente a Antioquía, por tanto quizás la verdadera iglesia madre de la peninsular, tiene una liturgia muy hebraica, expresada en arameo, la lengua de Jesús, llama a los sacerdotes kahna, como los judíos, no distingue casi entre Antiguo y Nuevo Testamento y sus iglesias están basadas en el modelo de las sinagogas; recojo la descripción del P. Juan Nadal Cañellas, S.I. en "Las Iglesias Apostólicas de Oriente". O sea, que casi es una secta judía.

El cuarto indicio está en la veneración mozárabe del Apocalipsis, texto también muy judío, documentada sólo, es verdad, siglos más tarde.

El quinto, la veneración a Santiago el Menor, el hermano del Señor, que precedió sin duda al hallazgo tardío de su sepulcro, en 814, casi un siglo después de Covadonga.

Un autor musulmán anónimo, al contar las correrías o algazúas de Almanzor (hacia el año 1000), dice:

"La cuadragesimoctava, la de Santiago, la ciudad de Jacob, el hijo de José el Carpintero (la grafía árabe dice Comerciante, pero también puede leerse el Carpintero), de quien los cristianos dicen que era el esposo de María; en esa ciudad está su tumba. Arrasó la ciudad y destruyó el monasterio, pero no tocó el sepulcro".

El autor, musulmán, transmite que en la tumba veneraban a Santiago, hijo de José y por tanto hermano legal de Jesús.

Pero el culto compartido por gallegos y mozárabes a Santiago el Menor, el hermano del Mesías, debía de ser una cosa y el reconocimiento de que era él el enterrado en Compostela, otra. Parece que los gallegos insistían en que el sepulcro era el del Menor, pero los mozárabes del Sur, aun venerando al hermano del Mesías, se negaban a admitir que aquél fuera su sepulcro:

Porque unos años antes de la noticia sobre Almanzor, en el "Calendario de Córdoba", obra del Obispo Recemundo, también llamado Rabí Ben Zayd, de 961, se dice:

"Día 28 (de Diciembre) Los cristianos guardan la fiesta del apóstol San Jacob, llamado el hermano del Mesías, cuya tumba está en Jerusalén"

(Nota: la versión de la que dispongo dice San Joaquín, lo que es claramente un error de transcripción; no hubo ningún apóstol Joaquín y se llamaba hermano del Mesías a San Jacob o Santiago el Menor, cabeza de la Comunidad de los Nazarenos)

Por tanto, en el siglo X, los cristianos mozárabes a quien veneraban era a Santiago el Menor o el Justo; y consideraban que su sepulcro estaba -todavía- en Jerusalén, sin querer darse por enterados del hallazgo de Compostela, siglo y medio antes. No hay huella en el Calendario de culto a Santiago el Mayor, el Hijo de Zebedeo.

Mientras tanto, en el Norte, había florecido una leyenda distinta: Santiago el Mayor, el Hijo de Zebedeo, habría entrado en España por ¡Asturias! ¡por el Cantábrico! y llegado a Zaragoza, donde se le apareció María, la madre de Jesús, cuando todavía vivía. El asturiano Beato de Liébana le dedicó entre 783 y 788 el himno “O Dei Verbum”, llamándole "cabeza refulgente de España", antes por tanto del descubrimiento de Compostela, donde estaría el otro Santiago, el Menor.

Toda esta confusión quizá tuviera como resultado la atribución a Santiago el Mayor, el de Zebedeo, de la tumba de Compostela, con lo que se obviaba la discusión entre norteños y mozárabes acerca de dónde pudiera estar enterrado Santiago el Menor.



Apéndice 2 - Lo sobrenatural


Hasta aquí he hecho una recensión crítica de materiales y un estudio de su significado como cualquier otra historia.

Pero la historia de Jesús Nazareno Rey de los Judíos tiene otros posibles significados que no es posible contrastar más que con su propia lógica.

El pueblo de Israel guarda tres convicciones: que hay un Dios, que es el único; que ha hecho una Alianza con él, de manera que le protegerá siempre; y que vendrá un Rey Mesías que gobernará desde Israel al mundo entero.

Llegado el momento, el Rey Mesías entró triunfalmente en Jerusalén, sobre una burra, como debía ser.

Fue coronado y entronizado al gusto de Dios, por sus propios verdugos, entre burlas y golpes, pero coronado y entronizado: con una corona de espinas, pero corona, una vieja capa de púrpura, pero púrpura, y una caña como cetro, pero cetro.

Quienes lo coronaron doblaron las rodillas como burla y lo aclamaron al grito sarcástico de "¡Viva el Rey de los Judíos!" , pero se arrodillaron, lo aclamaron y pronunciaron esas palabras.

Por tanto fue entronizado y coronado justo por quienes se burlaban de él, que cumplieron realmente todos los ritos de la entronización y la coronación, aunque creyeran que lo hacían mofándose.

Y por tanto, murió oficialmente como Rey de los Judíos, reconocido así por la autoridad romana . Eso es lo que pone el título clavado sobre la cruz, lo que pudieron leer todos. No en vano todos los Evangelios coinciden en que murió bajo ese título, puesto por escrito por orden de quien podía darla. "Quita eso", le dijeron a Pilatos. "Pon que decía que era el Rey de los Judíos".

"Lo escrito, escrito está", dijo Pilatos.

Parece que en esta historia Dios se divierte y juega duramente con los actos e intenciones de los hombres.

Jesús Nazareno había elegido a doce Apóstoles, seguramente como renovación de los padres de las doce tribus de Israel. Doce Apóstoles judíos, que convencieron a muchos judíos de la venida del Rey. Y los primeros seguidores de Jesús Nazareno Rey de los Judíos fueron naturalmente judíos, seguían yendo a rezar al Templo y estuvieron dirigidos por un ferviente judío, Jacob el Justo, el Hermano del Señor.

Luego llegó Paulo y convenció a todos de que no era necesario seguir los ritos judíos, salvo a Santiago el Hermano del Señor y a los Nazarenos, que lo censuraban por su apostasía.

Pero estaba ensanchando de hecho su Reino. Como Jesús es el Rey de los Judíos, Paulo estaba ensanchando ocultamente el Reino de Israel.

Un siglo después, pasó algo decisivo.

Los Romanos destruyeron el Templo. El sacerdocio judío tradicional terminó, el culto sagrado acabó.

Desde entonces, los judíos no son una religión o comunidad de culto, sino una comunidad tradicionista que se reúne no en el Templo, sino en las sinagogas o lugares de encuentro, no para celebrar el culto sacrificial ni para comunicar al hombre con Dios (misión sacerdotal), sino sólo para leer las Escrituras.

No quedó más sacerdocio judío vivo que el del Rey de los Judíos Jesús Nazareno, vivo después de muerto, y por tanto, un sacerdocio o comunicación que es según el rito de Melquisedec, Rey de Jerusalén, Rey de Justicia y de Paz.
En el sacerdocio de Jesús Nazareno pervive, más allá de la muerte, el verdadero Israel, realidad viva, más allá de cualquier teología.

Cuando los Nazarenos se extinguieron, hacia el siglo IV, el culto del Templo de Israel sobrevivió entre los Cristianos, por nuestra comunión con el Rey de los Judíos.

Pablo el Apóstata no era Nazareno, pero Dios, que juega con los hombres, recurrió a él para que Israel reinase efectivamente sobre todas las naciones, bajo la forma de su Rey Jesús, cabeza de la Iglesia.

2 comentarios:

Unknown dijo...
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Unknown dijo...

Sobre lo que se dice de Saúl de Tarso es que estuvo aparte de los doce (inc. A Matías), pero me parece que fueron los doce los que le encomendaron cierto trabajo en aquel Ministerio , y que luego tomara el rumbo de los gentiles, pero no como se esgrime en los comentarios antes escritos ya que no fue él el que iniciara el protestantismo nacido mucho después de su muerte en el siglo XVI de nuestra era, ni fue el que formó el grupo llamado “Católicos”, por lo que malamente se les llama “IGLESIAS SAULINAS”, (Todas las Iglesias que sobreviven, apostólicas, ortodoxas, católica, protestantes, evangélicas, son saulinas). Ninguna de estas son Saulinas ya que no proclaman con sus hechos las enseñanzas declaradas en sus cartas, donde muchos entienden que el enseñó a no observar la ley, cuando es él mismo que dice de la ley es: “Santa, justa y buena”, y que la ley es establecida por medio de la fe y no que la “ley fuese desecha por la fe”, es lo que comunica a los convertidos de Roma. Luego dice el Apóstol Simón Kefas que hay muchos que distorsionan todos estos dichos de Saúl de Tarso, solo a causa de la poca sabiduría que hay en ellos.