Kim Pérez
Rehago
aquí el artículo publicado en este blog el 17 de mayo de 2007, para hacer ahora más énfasis en los propios textos
conservados como citas de los Padres de la Iglesia. También añado citas
que se refieren a los Desposyni, parientes de Yeshua ha Natzrati que
siguieron al frente de la Comunidad Judía Nazarena de Yerushalayim. E ideas de
José Montserrat Torrents en "La Sinagoga Cristiana" (Muchnik,
Barcelona, 1989) Constituye el centro de mi entendimiento de los Notzrim o
Nazarenos y los Evyonim o Ebionitas, los Pobres de Jerusalén, y de Jesús
Nazareno Rey de los Judíos, desde mi condición de persona transexual.
=
= =
Leo
en los Evangelios la historia de Jesús Nazareno y encuentro que lo más
importante de ella es que es propiamente una historia, una narración de una
vida real, incluido el hecho de la Resurrección (cotejable críticamente en la
Sábana Santa), que se recoge en unos relatos breves y bellos como canciones.
La
historia puede y debe ser tratada con el método histórico crítico, con el fin
de acercarse a la verdad histórica; a partir de ese momento, será posible que
se despliegue la afectividad que los hechos históricos merezcan.
=
= = =
Toda
historia tiene como base material una geografía, en la que transcurren las
vidas humanas. En este caso, la vida de Jesús transcurre en Galilea, la comarca
del norte de la antigua Palestina, sobrenombrada Galilea de los Gentiles.
Estaba
poblada por judíos, pero a la vez, lejos de Jerusalén, separada de Judea por
Samaria, tierra israelita pero mucho más diferenciada, puesto que tenían su
santuario en el Monte Gerizim.
Jesús
era por tanto un judío galileo. Allí subsistía la fe en el Dios El, que era
visto como el Padre, es decir la Causa de todo; ya, entonces, el Padre
universal, pero antiguamente el Padre de los Dioses, los Elohim, el Dios de la
Justicia y la Misericordia, de la razón y la compasión; llevar la razón es querer
lo justo; los anavim, o desgraciados, confiaban en su ser de Padre
Misericordioso y Justo. Todavía el Salmo 82 guarda la memoria de aquel Dios
Padre de Misericordia y Justicia.
Como
judío galileo, era hijo de la fe de su pueblo. La oración que enseñó empieza
con las palabras "Padre nuestro"; y el Padre era El; y ya en la Cruz,
a punto de morir, invocó a El, su fe profunda: "El-i, El-i, lemá
sabactani?" (El mío, El mío, ¿por qué me has abandonado?" Repetía las palabras del Salmo 22, que son
conmovedoras, pues expresan la condición del hombre que se siente reducido a la
condición de gusano.
Los
ravíes galileos eran también distintos de los de Jerusalén; éstos eran eruditos
en la Ley, los galileos hacían milagros, eran filósofos y místicos. No les
preocupaba nada la letra exacta de la Ley, sino su espíritu. En una ocasión,
los ravíes de Yerushalayim, decidieron enviar a uno de ellos a Galilea como
delegado. Veintitantos años después, lo interrogaron y dijo que, durante ese
tiempo, sólo había habido dos o tres consultas sobre legalismos, Jesús era un
raví galileo más.
Los
judíos galileos eran también fácilmente guerrilleros. Eran Zelotes y hasta
Iscariotes (sicarios) Los de Jerusalén eran Saduceos o Fariseos, tranquilos y
formales, cumplidores de la Ley.
A
Jesús le acompañaron un Zelote y un Iscariote, reconvertidos en principio al
amor al enemigo.
Jesús
Nazareno era por tanto un judío galileo en todo el sentido de la palabra. Una
frase como "el Sábado está hecho para el hombre y no el hombre para el
Sábado" no se le podía ocurrir más que a un galileo, pues los Fariseos
estaban absorbidos en pensar e imponer las minucias que podían ser
problemáticas en el respeto al sábado,
Jesús
Nazareno no inventó nada en relación con lo que estaba en el aire en Galilea;
lo que hizo fue llevarlo a sus últimas consecuencias.
Quedan
unas líneas del único libro que usaban los seguidores judíos de Jesús, el
Evangelio según los Hebreos, o Auténtico de Mateo, o Judaico. Otros recuerdos
tan directos como éstos se encuentran en los Evangelios canónicos, que en
conjunto han sido muy rehechos, pero que guardan esas perlas auténticas: ése es
el caso de las Cuatro Bendiciones y las Cuatro Maldiciones, que aparecen en San
Lucas, tan distintas de las Ocho Bienaventuranzas retocadas.
El
presente escrito se basa en gran parte en los textos ordenados por Aurelio de
Santos Otero así como en los puntos de vista críticos reunidos por Gonzalo
Puente Ojea, lo que no significa que los comparta íntegramente. Los he revisado
con la obra de José Montserrat Torrents. El Evangelio de los Hebreos se conoce
casi únicamente por citas de San Jerónimo y de su maestro, Orígenes. San
Jerónimo dice que estaba escrito en hebreo o en arameo (la lengua de Jesús) con
caracteres hebreos.
En
tiempos de San Jerónimo, entre los siglos III y IV lo usaban todavía los
Nazarenos de Berea (Aleppo), así como los Evyonim. Él mismo dice que se le
llamaba comúnmente "Matthaei Authenticum", el Auténtico de Mateo. En
una palabra, es un Evangelio casi desaparecido, del que quedan sólo un par de
hojas, que la Iglesia respeta por la tradición de veneración hacia él y no se
atreve a llamar apócrifo, dejándolo así en un limbo entre éstos y los
canónicos.
Basta
sumergirse en este Evangelio para comprender que el Rey de los Judíos prefería
de corazón a los sinvergüenzas, a los humillados y a los pecadores: a los
leprosos, mendigos, enfermos, a la adúltera que iba a ser lapidada, a los
cobradores de los impuestos, a los despreciados samaritanos…
Había
una razón sin duda: el Rey de los Judíos veía la fuerza purificadora de la
humillación y hasta del pecado, su capacidad de crear corazones tiernos y
amantes, sensibles a las realidades de la existencia, frente a la dureza de corazón
de quienes se sienten orgullosos y encastillados en su virtud.
Así
creaba un Reino al revés, en el que los últimos fueron los primeros, pero no
para recibir los viejos honores, sino en la pureza e intensidad de la nueva
fraternidad humana.
Examinemos
su historia con cuidado. En primer lugar, lo que se conserva del Evangelio de
los Hebreos, o acerca de él:
(La
fe de los Notzrim o Nazarenos y los Evyonim o Pobres, ambos de Yerushalayim)
“[Los Nazoraioi] admiten solamente el
Evangelio de los Hebreos y llaman apóstata al apóstol [Paulo] (…) Han usado
sólo el Evangelio según Mateo (…) Los Nazoraioi son judíos que honran al Ungido
como hombre justo y usan el Evangelio llamado según Pedro”
(Teodoreto
Cirense, muerto hacia 460)
En
fecha tan tardía como mediados del siglo V, hablaba todavía en presente de los
Nazarenos. Los identificaba su distancia radical con el Cristianismo Gentil,
fundado en Paulo, su fundamento en el Evangelio (original) de Mateo ¿o de
Pedro? y sobre todo en la consideración de Yeshua ben Yosef como hombre y como
Ungido o Rey Mesías, frente a su divinización por los Gentiles.
Epifanio, nacido hacia 320, de familia Judía, los había descrito así (no citado por Aurelio Santos Otero) :
"Estos sectarios no se llaman a sí mismos Cristianos, sino Nazarenos... confiesan todo exactamente como la Ley lo proclama y de la forma Judía, a excepción de su creencia en el Mesías... reconocen tanto la resurrección de los muertos y la creación divina de todas las cosas y declaran que Dios es uno y su hijo Jesús el Mesías..."
"Estos sectarios no se llaman a sí mismos Cristianos, sino Nazarenos... confiesan todo exactamente como la Ley lo proclama y de la forma Judía, a excepción de su creencia en el Mesías... reconocen tanto la resurrección de los muertos y la creación divina de todas las cosas y declaran que Dios es uno y su hijo Jesús el Mesías..."
(Profecías)
“De
Egipto llamé a mi hijo y será llamado Nazareno” (Nazaraeus)
(Dos
citas del Tanah, versión hebraica, no de la Septuaginta, en el Evangelio
de los Hebreos, según recoge San Jerónimo, muerto en 419 o 420)
(Genealogía)
“Lo
que no sé es si [los nazarenos] han suprimido las genealogías desde Abraham
hasta Cristo”
(San
Epifanio, muerto en 403)
Es
posible que en él se afirmara a José como padre de Jesús, y que luego siguiera
como la actual de San Mateo (aunque creo que, a partir de Zerubbavel, la ascendencia verdadera era la que hoy vemos
en San Lucas; dedico otro texto a esto)
Por
otras fuentes, puede enumerarse la familia cercana de Yeshua así, lo que
confirma su carácter terrenal, humano,
aunque esto sólo en parte consta en los restos del Evangelio de los Hebreos:
Hermano
de Josef =Clopas o Cleofás, padre de =Simeón, sucesor de su primo Ya’akov
en Yerushalayim (mencionado por Eusebio, Historia Ecclesiae, 3.11,32) ¿y,
añado, de =María Cleofás?
Hermanos
de Yeshua =Ya’akov el Justo (Cabeza de la Comunidad de los Evyonim o Pobres de
Yerushalayim, primero a quien se apareció según el Evangelio de los
Hebreos, después de su resurrección), Yoses, Simón, Yehudah, dos de cuyos
nietos comparecieron ante Domiciano, y trabajaban con sus manos, y, añado
también, ¿María Salomé?
Eusebio,
en la Sección 3, capítulo 20, cita a Hegesippo, sobre la comparecencia de los
Desposyni o parientes de Jesús, ante Domiciano César:
“Todavía
sobrevivían de la parentela del Señor los nietos de Judas, quien según la carne
era llamado su hermano… Él les preguntó si eran de la familia de David, y ellos
confesaron que sí… tenían sólo 9000 denarios entre ellos, cada uno la mitad de
este suma, pero no en metálico, sino como valor estimado de alguna tierra, de
sólo 39 plethra [unas 3 hectáreas y media]
y aparte tenían que pagar sus deudas, y que vivían de su trabajo, y
empezaron a mostrar sus manos como prueba, exhibiendo la aspereza de su piel y
los callos de sus manos por el trabajo constante.
“Siendo
preguntados por Cristo y su Reino (…) respondieron que no era de este mundo, ni
de la tierra, sino del cielo y los ángeles, y aparecería al fin de los tiempos,
cuando vendrá con gloria a juzgar a vivos y muertos”
(Bautismo)
San
Epifanio también cita el “Evangelio Hebreo” como el que usaban los Evyonim,
llamándolo también “según Mateo”. Su principio decía:
“Sucedió
durante los días de Herodes, Rey de Judea, que vino Yoannes bautizando con
bautismo de penitencia en el Río Jordán. Se decía que era de la descendencia de
Aarón el Sacerdote, [e] hijo de Zajarío y Elisábet (…) Y estaba Yohannes
bautizando y vinieron a él los fariseos y fueron bautizados, lo mismo que toda
Jerusalén. Tenía Yoannes un vestido de pelo de camello y un cinturón de piel en
torno de sus lomos. Su alimento era miel silvestre, que sabía como el maná,
como empanada de aceite”.
Empezaba,
al parecer, por lo que hoy es el Capítulo 3 de Mateo, prescindiendo de la
Encarnación y la Adoración de los Magos, que serían mitos deificadores, así
como de la Huida a Egipto. Sería una versión más sencilla que la
canónica, y es notable en particular que acepta a los fariseos, frente a la
hostilidad encendida de los versículos 7 al 12 de la versión canónica, que sería
de origen Gentil.
Y
seguía:
“Hubo
un hombre por nombre Jesús, como de treinta años, que fue quien nos escogió. Y
llegando a Cafarnaún, entró en casa de Simón, de sobrenombre Petro, y abriendo
su boca dijo: Al pasar por la orilla del Lago de Tiberíades escogí a Yohannan y
Yakob, hijos de Zebedaio, y a Simón y Andrés, y Zaddaio, y Simón el Zelote, y
Yehudah el Iskariote. Y te llamé, Matzaio, cuando estabas sentado en tu mesa, y
me seguiste. Quiero que seáis doce apóstoles como testigos para Israel”.
Mencionaba
todavía sólo a nueve, y pone en labios de Mateo la autoría del escrito.
“He
aquí que la madre del Señor y sus hermanos le decían: Juan el Bautista
bautiza en perdón de los pecados; vamos y nos bautizará. Pero les dijo:
¿En qué pequé, para que vaya y él me bautice? Si esto que dije no es por
ignorancia”.
(Recogido
del Evangelio de los Hebreos por San Jerónimo)
Su
madre no parecía pensar en su excepcionalidad, sino en la de Yohannan, lo que
hace ver que la divinización de Yehoshua vino después de esta primera redacción
de Mateo.
Pero
sigue San Epifanio: “Habiendo sido bautizado el pueblo, vino también
Jesús, y fue bautizado por Yoannes. Y en cuanto subió del agua, se
abrieron los cielos, y vio al Espíritu Santo en forma de paloma que bajaba y
entraba en él. Y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi hijo muy
amado; en ti he encontrado mis complacencias. Y otra vez: Yo te he engendrado
hoy. Y una gran luz iluminó al momento el lugar. Y Yoannes, al verle, le
dice: ¿Tú quién eres? Y de nuevo se oyó una voz del cielo dirigida a él: Éste
es mi hijo, el amado, en quien me he complacido. Y entonces, habiéndose Yoannes
echado a sus pies, le decía: Bautízame tú a mí, señor, te lo ruego. Pero él se
opuso diciendo: Deja, que conviene que así se cumplan todas las cosas”.
Aquí
es el Mateo canónico el simplificado con grandes omisiones, de las que llama la
atención que la figuración de la Paloma, que en el texto de los Hebreos, de los
Evyonim, entraba en él, es decir, lo inspiraba, como Dios puede inspirar a un
humano, mientras que en el texto canónico de Mateo, sólo “venía sobre
él”.
La
omisión más transcendente y explícita es la del “Yo te he engendrado hoy”, que
se opone a la noción de que Jesús, como Palabra de Dios, no fuera creado en el
tiempo.
Pero
San Jerónimo ponía en manos de los Nazarenos una versión algo distinta del
bautismo de Jesús de la que leían los Evyonim, según su contemporáneo San
Epifanio. Las diferencias son sólo verbales, no conceptuales:
"Y
un hecho fue que, como ascendiese el Señor del agua, descendió toda la fuente
de la Respiración Santa, y descansó sobre Él y le dijo: Hijo mío, en todos los
profetas te esperaba para que vinieras y descansara en Ti. Tú eres pues mi
descanso, tú eres Hijo Mío Primogénito, que reinas sempiternamente".
Pongo
en femenino la alusión a la Respiración Santa, o Espíritu Santo, porque
corresponde mejor al original hebreo, que es femenino, la “Ruah”, que significa
la exhalación o soplo de Dios, su sabiduría viva, hecho que tiene grandes
consecuencias en el pensamiento del propio Jesús, como se verá enseguida.
La
Respiración Santa es la feminidad de Dios, el momento en que el Padre se
convierte en Madre y acaricia con su respiración al Hijo. Un resto de la
antigua Asherah, la Diosa que en otros tiempos era la compañera inseparable de
El o de Iehoua.
Primogénito,
no Unigénito; debe insistirse en esta palabra, de tantas consecuencias
teológicas; el Mayor; el Rey; El Hijo del Hombre, el Nuevo Adán, el primer
hombre de una nueva Humanidad liberada del pecado.
No
Hijo de Dios desde antes de su nacimiento, sino desde el momento en que la Respiración
Santa descendió sobre él en el bautismo. No encarnación, sino inspiración.
Pero
este texto reafirma la fe de los Nazarenos y los Evyonim en que Jesús reinaría,
es decir, sería Rey. Sin embargo es difícil justificar que fuera considerado el
Mesías, el Ungido, puesto que no consta que fuera ungido por nadie, hecho que
tendría tal valor sacramental que no hubiera dejado de mencionarse.
San
Epifanio, en el siglo IV, habla de la condición de Yehoshua, según los Evyonim:
“Y
dicen que no fue engendrado de Dios Padre, sino creado, como uno de los
arcángeles, y más aún. Dicen además que tiene dominio sobre los ángeles y sobre
todo lo que creó el Pantócrator”.
=
= = =
(Transfiguración)
"Hace poco que me tomó mi Madre, la Respiración Santa, por uno de mis
cabellos y me llevó al monte grande del Tabor"
(Citado
por Orígenes y en parte por su discípulo San Jerónimo)
Lo
del único cabello se refiere posiblemente a la sutileza de la Unión mística ,
tan delgada, tan inasible que sólo se puede comparar a ser tomado por un solo
cabello, en una ascensión espiritual, representada por el Monte
Tabor, el de la Transfiguración o las Transfiguraciones de los iniciados. ¿Fue
Jesús educado en la Mística; se puede vincular esta mística a la de la
comunidad esenia?
Dentro
de la tradición judía, si Jesús se consideraba el Hijo Primogénito del Dios
paternal, lo seria también de su aspecto maternal, la Ruah, la Ciencia Viva de
Dios, la Ciencia del Amor, la Respiración Santa y Dios sería así Padre y Madre
del Rey Mesías.
En
la literatura bíblica es frecuente feminizar a la Sabiduría de Dios. En ella es
donde Jesús se ha sentido generado como por una madre.
La
Transfiguración parece ser el punto central del kerygma Nazareno y Ebionita,
que ve a Jesús como uno de los partícipes de la condición del Profeta por
excelencia, y por tanto equiparable a Moisés y a Elías.
La
filiación humana de Dios como Padre y como Madre, vista entre el resplandor de
las figuras, por su propia naturaleza es distinta de la especulada
posteriormente en medios griegos como Dios Trino y Uno, como la Santísima
Trinidad.
Se
puede entender en el sentido de una conversión espiritual el fragmento recogido
por Clemente Alejandrino, que vivió en el siglo I y murió antes de 215:
“El
que se maravilló, reinará, y el que reinó, descansará”; que el mismo Clemente
encontraba en esta otra versión: “Quien pide, no cejará hasta encontrar, y
encontrando, se pasmará, y pasmándose, reinará, y reinando, descansará”.
Pero
señalando, según Eusebio de Cesarea, muerto en 339, que la decisión no viene
del buscador sino de otro, que a su vez representa a otro:
“Yo
he de escogerme a quienes me plazcan; quienes me da mi Padre en el
cielo”; en otra versión, lee “Yo me escojo los mejores”.
(Padrenuestro)
"El
pan de mañana, dánoslo hoy" (Citado por San Jerónimo, que apostilla que
significa: "del futuro")
En
toda la oración, no se pide nada material, y por tanto sería extraño que se
pidiera el pan material. Resulta propio de los pobres que se simbolice el
espíritu que necesitamos por el pan. O sea, que el espíritu que nos alimente en
el futuro, nos lo dé ya hoy: el pan del que nos alimentaremos en tu reino, el
espíritu de amor, materializado ya en la Cena del Señor)
(Moral)
"Y nunca, dijo, estéis alegres, sino
cuando viéseis a vuestro hermano en amor"
Entre
los pecados mayores, el de quien “entristeciere el espíritu de su hermano"
(Citado por San Jerónimo) El servicio al próximo como medida de la virtud o el
pecado.
"Si pecare, dijo, tu hermano de palabra y
te diere satisfacción, siete veces en un día recíbelo. Le dijo Simón, discípulo
de él: ¿Siete veces en un día? Respondió el Señor y le dijo: También te digo
que hasta setenta veces siete. Puesto que en los mismos profetas, después de
ungidos por la Exhalación Santa, se han encontrado palabras de pecado”.
"Si
estáis en el seno mío y no realizáis lo que pretende mi Padre, que está en los
cielos, de mi seno os arrojaré" (O sea, como una versión del antiguo
“Misericordia quiero y no sacrificios”, de Oseas, 6, 6)
"Le
dijo, explicó, otro de los ricos: Maestro, ¿qué de bueno tengo que hacer para
que viva? Le dijo: Hombre, obra las Leyes y los Profetas. Le respondió: Lo he
hecho. Le dijo: Ve, vende todo lo que poseas, divídelo con los pobres y ven a
seguirme. Comenzó sin embargo el rico a rascarse la cabeza y no le complació. Y
le dijo el Señor: ¿Cómo dices, he obrado la Ley y los Profetas?; porque está
escrito en la Ley: Ama a tu vecino como a ti mismo y he aquí a muchos hermanos
tuyos, hijos de Abraham, vestidos de basura y muriendo de hambre, y mi casa
está llena de muchos bienes y no sale absolutamente nada de ella a ellos. Y
volviéndose, dijo a Simón, discípulo suyo, sentado junto a él: Simón, hijo de
Juan, más fácil es que un camello entre por el ojo de la aguja que un rico en
el reino de los cielos"
Ésta
es la moral reconocible universalmente como la de Yeshua ha Natzrathi, la de la
hermandad y la solicitud hacia los desgraciados de este mundo, como prioridad
del sentimiento moral, lo único que permite la alegría.
Se
puede notar que la Mística, experiencia universal, desde el Raja-Yoga a los
Sufíes o los Carmelitas, tiende al sumergimiento del alma humana en la Realidad
o la Divinidad, pero entra en un pensamiento cerrado, y se olvida de hecho de
las miserias humanas, que quedan fuera.
Mientras
tanto, la enseñanza de Yeshua, incluso después de su propia unión
transfiguradora, entendida como si fuera por uno de sus cabellos, vuelve
siempre a la miseria material y a la humillación social.
Joachim
Jeremias, erudito autor de “Palabras desconocidas de Jesús”, coincide en creer
en la antigüedad de esta versión por algunos rasgos históricos menores, pero no
deja de observar su carácter durísimo, que es lo que desaparece en la versión
canónica.
Es
notable y coherente con los presupuestos de endulzamiento político de los
Evangelios canónicos (Puente Ojea) que en el actual texto "según San
Mateo", se omita la mención a la basura y al hambre; lo mismo en el de San
Marcos y en el de San Lucas; es cierto que, en los actuales, se mantiene el
imperativo "vende cuanto tienes y dáselo a los pobres", pero se
pierde la realista alusión a las causas de este imperativo y también a que la
casa está llena y de ella no sale nada)
San Jerónimo, glosando la parábola de los
talentos, dice: "Porque el Evangelio en caracteres hebraicos... discernía
tres siervos: el que se había comido las posesiones del señor entre prostitutas
y flautistas, el que las había multiplicado con su esfuerzo y el que había
escondido el talento. Y dijo que uno fuera acogido, otro únicamente reprendido
y el otro encarcelado"
Este
texto desvela crudamente la moral de Jesús: el desvergonzado (y de nuevo
se alude a las prostitutas, junto con las o los flautistas) es perdonado, no se
sabe bien por qué, pero Dios quiere perdonarlo, quizá porque ve su humilde
corazón de cigarra; quien cumple mejor con su deber, y puede enorgullecerse
lógicamente por eso, es reprendido, pero sólo reprendido; y quien desaprovecha
por exceso de prudencia lo que ha recibido, qué menos, castigado.
En
una palabra, el que es más trabajador, esforzado, virtuoso, es reprendido,
expresión que merece ser subrayada, quizás por su autosuficiencia, porque es de
los que confían en sus fuerzas.
No
está lejos el que se ríe, se divierte y lo pierde todo, pero se arrepiente, de
la otra parábola de Yeshua sobre el hijo pródigo y avergonzado, quizá todo
corazón, a quien su padre recibe con cariño, mientras que el hermano trabajador
y cumplidor tuerce el gesto por su acogida.
Moral
sutil, al mismo borde de la inmoralidad o la irracionalidad; más visible para
la intuición que para la lógica.
En
cambio, en el actual "según San Mateo", que procede en este punto del
antiguo “Documento Q”, no del “Authenticum”, el primero, que es poco esforzado,
recibe cinco y con su trabajo gana otros cinco; el segundo dos, y gana otros
dos, y son premiados; y el tercero lo esconde y es sancionado. Esta versión no
significa ninguna novedad o revelación; es de sentido común, es naturalista, es
farisea. Pero en ella se escamotea lo original de la primera: el pecado de
quien se lo gasta todo en juergas y sin embargo es perdonado, contrapuesto al
afán de quien trabaja, que es reprendido.
El
“Documento Q” no se vincula a los cristianos gentiles ni tampoco a los
nazarenos de Jerusalén. Se piensa en un origen galileo y en predicadores
ambulantes, es decir en una tercera comunidad yeshuista, ni griega ni
jerosolimitana, sino galilea. Por tanto es difícil pensar en este caso en una
acomodación o en una maniobra de desactivación política propias de los
gentiles, porque además, el texto de los Hebreos tiene un valor espiritual, no
político. ¿Pero por qué el “Documento Q” debilita hasta tal punto lo que sí
recoge el Evangelio de los Hebreos?
Puede
pensarse en simples diferencias de memorización. Pero en todo caso, entre las
dos versiones, se puede reconocer que la de los Hebreos es más fiel que la del
Documento Q. Veamos las razones:
Desde
el punto de vista de la forma, debe recordarse la tendencia de la literatura
oral a señalar tres variantes: tres hijas, tres aventuras, etc, lo que se
memoriza muy bien; en la versión hebraica aparecen estas tres variantes, pero
en la versión Q hay sólo dos clases de actitudes, aunque haya tres sirvientes;
luego en la segunda, algo ha sido olvidado.
Y
sabemos precisamente qué, no es una mera especulación, puesto que en el
evangelio hebraico, el de los nazarenos y los Evyonim, se explicita: pero era
demasiado audaz, es demasiado contrario a la moral bienpensante. La diferencia
entre los dos primeros, demasiado iguales, se limita a un cuestión de grado en
lo que el señor les confía; y ambos son premiados, por igual, mientras que en
la versión hebraica, mucho más estructurada, aparecen tres clases de actitudes
y tres clases de recompensas.
La
moral que se deduce de la segunda versión es la del hombre virtuoso, esforzado,
que cumple con su deber y por eso es premiado. La de quien está contento de sí
mismo. Eso es fariseísmo o racionalismo puro.
La
moral que se deduce de la primera es la del pecador que es perdonado y la del
virtuoso que es amonestado. Eso es coherente con otras parábolas que conocemos
de Jesús: como la del hijo pródigo, que por el pecado y el arrepentimiento es
recibido y agasajado más que su hermano, el cumplidor de siempre.
La
noción de Jesús sobre el pecado es llamativamente existencial. Es malo, el
hombre ha de ser liberado de él, pero es bueno haberlo probado para
arrepentirse, volverse humilde y querer librarse; el pecado se convierte en una
vía de purificación. Es una visión profunda que corresponde a la frívola, pero
verdadera, de Oscar Wilde, cuando decía que “la mejor manera de evitar una
tentación es caer en ella”.
En
el caso de la prostitución, sabe que las prostitutas han llegado a través de su
pecado a la vergüenza y la humildad. Los canónicos están en este caso conformes
con ese criterio y llenos de alusiones inequívocas o probables a prostitutas a
las que ama: la mujer que unge sus pies y los seca con sus cabellos, la que ha
amado mucho, las que precederán a lo virtuosos…
Haré
una digresión necesaria y preocupada para señalar que Joachim Jeremias cree
auténtico, jerosolimitano, un “logion” o supuesto dicho no canónico de Jesús,
el de uno de los papiros de Oxirrinco, en el que hablaba también de
“prostitutas y flautistas”, repitiendo la expresión de la parábola de los
talentos como si fuera una frase hecha, pero para decir, el único con esta
aspereza, que “están llenas de escorpiones y putrefacción”.
Cabe
pensar que habla del estado de pecado, no de la pecadora purificada. El relato,
según lo analiza minuciosamente Joachim Jeremias, tiene muchos rasgos realistas
de historicidad, lo que incita a creer que el logion que contiene, tan duro
para las prostitutas, sea auténtico. Pero es que el pecado es objetivamente un
escorpión y una podredumbre de la que la pecadora quiere huir y liberarse.
Esta
interpretación me parece coherente con la actitud de Jesús, que reclama en este
fragmento la purificación del alma, más allá de la ritual propugnada por los
sacerdotes del Templo: el lavado corporal antes de entrar a él. No veo la
contaminación gnóstica que supone Aurelio de Santos, puesto que no se refiere a
la dualidad cuerpo-alma de los gnósticos, sino, más simplemente, a los rituales
de Jerusalén, tan formales como faltos de espíritu.
No
debe de ser parte del Evangelio de los Hebreos, sin embargo, porque en éste se
llama continuamente a Jesús Señor, es decir, Rey, Rey Mesías, Rey de los
Judíos; el logion lo llama Salvador, lo que presupone otra interpretación de su
persona.
(Milagros)
"Era
albañil, ganándome la vida con las manos; te ruego, Jesús, que me devuelvas la
salud para no mendigar torpemente la comida"
(Citado
por San Jerónimo)
Le
pide ayuda un albañil parado por su enfermedad, humillado, mendigando.
Hoy lo atendería la Seguridad Social, pero entonces, no le quedaba más que
suplicarle a Yeshua un milagro, al verlo pasar junto a él, su pequeñez, su
desgracia.
(Resurrección)
"Sin
embargo, el Señor, como diese la sábana al siervo del sacerdote, fue hacia
Jacob y se le apareció ...Traed, dijo el Señor, la mesa y el pan. Tomó el pan y
lo bendijo y lo partió y lo dio a Jacob el Justo y le dijo: Hermano mío, come
tu pan, porque resucitó el hijo del hombre de los durmientes"
(Citado
por San Jerónimo)
Se
ha dicho que los Nazarenos y Evyonim no hablaban de la Resurrección en su
kerygma, pero este texto del "Evangelio de los Hebreos" alude a ella.
Naturalidad de su saludo a Jacob, como hermano suyo.
Primacía
a Jacob el Justo, el Menor, en las apariciones, y probable reconocimiento de su
primacía en la comunidad, por encima de Pedro. En el actual "según San
Mateo" ni palabra sobre la aparición a Jacob, ni en San Marcos, ni en San
Lucas. Desaparece. ¿Por qué? Probablemente, por la aparente contradicción
gentil con el Hermano del Señor, Jacob, cabeza de los Nazarenos, de la
Comunidad de Jerusalén, depositario de la auténtica tradición de los discípulos
de Yeshua. Sin embargo, Paulo es el único que habla de esta aparición,
quizá porque aún no habían roto los Judíos seguidores de Yeshua con los
Cristianos Gentiles.
Se
comprueba también la práctica en el Kahal de los Pobres de Jerusalén de la Cena
del Señor, igualmente negada por algunos investigadores. En ella, lo esencial
es tomar el pan y partirlo y darlo o compartirlo y llamarlo “tuyo”, de quien lo
recibe, y no del que lo da. Y ese pan es entonces el Cuerpo del Mesías, su
corporalidad, lo que se parte y comparte en memoria suya, sin más milagro que
el del amor.
“Yo,
en verdad, y después de la resurrección, en carne lo vi y creo, porque es; y
cuando vino a Pedro y a los que estaban con Pedro, dijo: He aquí, palpadme y
ved, porque no soy un demonio incorpóreo. Y al instante lo tocaron y creyeron”.
Lo
primero que me llama la atención de este fragmento es el uso de la primera
persona en quien lo cuenta: “lo vi y creo”. ¿Quién es quien escribe el
Evangelio de los Hebreos en primera persona? ¿Mateo, porque en otros lugares
San Jerónimo lo llama “Evangelio Hebraico según Mateo”? ¿Por tanto un testigo
presencial de la resurrección? “Yo”, era por tanto Leví el rico judío
publicano, cobrador del peaje del Lago de Genesaret, pero por eso despreciado
por los suyos, excomulgado de la comunidad, quien cuando Jesús le dijo
“Sígueme”, sencillamente “se levantó y lo siguió”, dejándolo todo, y después se
cambió su nombre por el de Mattai, en arameo, abreviación de Mattanyah, en
hebreo, “regalo de Yahveh”.
=
= =
Hasta
aquí los textos conservados del Evangelio de los Hebreos.
Otros
fragmentos pueden adscribirse sin dificultad a este "Authenticum
Matthaei". Es coherente con él la siguiente redacción del Codex Sinaiticus
de la Antigua Versión Siríaca: "José, con quien estaba casada María la
Virgen, engendró a Jesús, llamado Cristo" (Mt 1, 16) (José Montserrat
Torrents, "La Sinagoga cristiana", Muchnik Editores, Barcelona,
1989,
p. 168)
O
la afirmación de Epifanio, en Panarion H.30, 3, de que los Evyonim citaban a
Jesús diciendo: "He venido a abolir los sacrificios" (J. Montserrat
Torrents, ibidem, p. 169) Aurelio de Santos Otero menciona también a San
Epifanio, citando el Evangelio según los Hebreos, de los Evyonim: “He venido a
abolir los sacrificios y, si no dejáis de sacrificar, no se apartará de
vosotros mi ira”.
En
línea con el culto de El, Padre de los Elohim, en el Salmo 82, todavía politeísta,
y de los antiguos Nevi’im o Profetas de Yisra’El, cuando clamaban contra el Templo con sus
costosos sacrificios de ganado, con sus ofrendas sancionadas por el pago en
dinero y ponían en boca de ‘El la expresión de Hoshaiah, “Misericordia
quiero y no sacrificios”.
=
= =
Los
otros escritos que pueden proceder de los Notzrim o los Evyonim son la Epístola
de Santiago y el Apocalipsis.
La
Epístola de Santiago el Justo es muy judía y dura, muy denunciadora de
injusticias, muy preocupada por los pobres, nada por una cuestión luego tan
obsesiva como la pureza de la continencia. José Montserrat Torrents la entiende
como un documento de la sinagoga seguidora de Jesús (ibídem, pp. 177-178) Se
dirige a "las doce tribus dispersas entre las naciones", lo
cual no puede ser literal, porque en aquellos tiempos sólo sobrevivían la tribu
de Judá y la de Benjamín. Creo que se refiere a los judíos nazarenos,
probablemente conscientes de que cada uno de los Doce Apóstoles puede
representar a una tribu (por eso tenían que seguir siendo los Doce, y después
de la traición y muerte de Judas, tuvo que ser sustituído por Matías) Habla de
cuestiones relacionadas con el bien que se hace, con la justicia o la
injusticia, no menciona en ningún momento la sexualidad tan obsesiva para los
acomodados y enviciados gentiles.
"Que
el hermano pobre esté contento por ser elevado y el rico, por ser
rebajado".
“Hermanos,
¿no escogió Dios a los pobres de este mundo para hacerlos ricos de fe y darles
el reino que ha prometido a quienes le aman? Y vosotros despreciáis a los
pobres. ¿No os aplastan los ricos y os ponen pleitos y desprecian el nombre que
os ha sido puesto?
"Si
un hermano o una hermana están sin ropa y sin el pan de cada día y uno de
vosotros les dice: "Buenos días, abrigaros y comed" y no les da lo
que les hace falta, ¿de qué les sirve?"
"¡Cómo
grita el jornal que habéis dejado de pagar a los segadores! Las protestas de
los segadores han llegado hasta los oídos del Señor de los Ejércitos!"
Menciona
José Montserrat Torrens la corta "Epístola de Judas" entre los textos
de los judíos seguidores de Jesús, convencidos de su Mesianidad y participantes
de la comida en común.
También
José Montserrat Torrents desglosa en el Apocalipsis dos partes, las Visiones y
las Siete Cartas, y ve especialmente claras en la primera las trazas del
judaísmo nazareno, seguidor de la Torá y de Jesús.
Señala
la Teología de este libro, que había evolucionado del realismo del kerygma a un
simbolismo visionario en el que se le ve como el Mesías y León de Judá, Cordero
degollado, que cabalgando en un caballo blanco destruirá a Babilonia para sumar
a todas las Naciones a Israel en el triunfo del Fin de los Tiempos.
Todo
ello en una obra que no es única, sino que se inserta en la cultura
apocalíptica del judaísmo humillado por el dominio extranjero y expectante de
la Justicia Final.
El
"Evangelio de Tomás", muestra en su colección de 114
"logia" de Jesús uno, el Logion 12, que probablemente viene de los Pobres de Jerusalén y que muestra
la altísima consideración en que tenían a Yaakov el Hermano del Señor: "De
dondequiera vengáis, iréis a Jacob el Justo, para quien existen el cielo y la
tierra" Inesperada y sublime dignidad de alguien después casi olvidado,
menos en Hispania. (J. Montserrat Torrents, ibidem, p. 228)
Todos
los anteriores textos se relacionan con los Nazarenos y los Evyonim, que quizá
son los Pobres de Jerusalén que siguieron a Yaakov, el Hermano del Señor. Pero
José Montserrat Torrents señala otro momento en el que hubo judíos cristianos
(ya no Nazarenos) junto a los gentiles cristianos seguidores de Paulo. A ellos
les adscribe la Epístola a los Hebreos, atribuida a Pablo de Tarso pero hoy considerada
anónima.
Es
un escrito también muy judío. Por tanto, no es trinitario, como no lo eran los
primeros cristianos gentiles. Lo esencial de él es considerar a Jesús, no como
Dios, lo que para un judío sería una blasfemia, sino como Sumo Sacerdote, o intermediario
entre Dios y los hombres.
Es
la que lo llama Sumo Sacerdote según el orden de Melkisedek y precisa que este
nombre significa Rey de la Justicia, y que como era Rey de Salem, o Jerusalén,
que significa Paz, también Rey de la Paz.
Jesús,
Sumo Sacerdote, Rey de la Justicia y de la Paz, intermediario entre los hombres
sus hermanos y Dios nuestro padre, en una Nueva Alianza, superadora del
sacerdocio levítico ("He venido a suprimir los sacrificios"), que
consistirá en que "Al dar mis Leyes, las escribiré en su razón y en sus
corazones, yo seré su Dios y ellos [judíos y gentiles] serán mi pueblo",
de manera completamente evidente, pues "un hombre no tendrá que instruir a
su compatriota ni el otro a su hermano, diciendo "Acata al Señor",
porque todos me conocerán, grandes y pequeños, cuando perdone sus crímenes y ya
no me acuerde de sus pecados" (José Montserrat Torrents, ibidem, p. 234)
Este
judaísmo de transición se mantenía también de la II Epístola de Pedro y la
extracanónica I Epístola de Clemente. La primera de las citadas menciona
también la Transfiguración, mucho más importante para los judíos de Jesús que
para los cristianos gentiles, porque establecía su estatuto como Profeta entre
Elías y Moisés.
La
segunda habla de "nuestro padre Jacob" y "nuestro padre
Abraham" y acepta la doctrina de Paulo.
Por
último, podemos también encontrar en los Evangelios canónicos (gentiles o
paulinos) otras supervivencias posibles del Evangelio de los Hebreos o de la fe
de los Nazarenos.
Por
ejemplo, las Cuatro Bendiciones que hay en San Lucas, proceden también del
documento Q, lo que hace que las Cuatro Maldiciones que las siguen procedan o
bien del redactor, por un prurito de simetría, o bien de otra fuente que las
incluyera, que podría ser, hipotetizo, el Evangelio de los Hebreos.
En
todo caso, unas y otras parecen más auténticas que las Ocho Bendiciones de San
Mateo, por las siguientes razones:
Primero.
Veamos a quien se bendice en San Lucas: A los pobres; a los hambrientos; a los
que lloran; y a los odiados por su causa.
Y
a quiénes se maldice o por quienes se lamenta: A los ricos; a los que están
hartos; a los que ríen; y a los que son elogiados por la gente.
En
los dos casos, conceptos simples que todo el mundo conoce y todos comprendemos.
Veamos
ahora lo que se dice en San Mateo:
Se
bendice: A los pobres de espíritu, (no a los pobres, sin más; ¿pero qué es
exactamente un pobre de espíritu? ¿no lo puede ser un rico que se declara
desapegado?); a los mansos o afables; a los que lloran; a los hambrientos y
sedientos de justicia, ( pero tampoco a los que tienen hambre y ya está; ¿y
quiénes son los hambrientos y sedientos de justicia o virtud, no son más bien
los virtuosos?); a los compasivos; a los limpios de corazón; a los
pacificadores; a los perseguidos por ser justos; a los ofendidos por su causa.
¿A
quién se maldice? A nadie. Todo resulta complicado, difícil de definir, blando
e inofensivo.
Mientras
que las Cuatro Bendiciones y las Cuatro Maldiciones son un canto de guerra, las
Ocho Bienaventuranzas son una salmodia bondadosa, mansa, apacible, aburrida. El
orden romano y farisaico tenía mucho que temer de las primeras; nada de las
segundas.
¿Por
qué, entre las dos versiones, también soy de los que creen que la verdadera es
la de San Lucas?
Primero,
porque es la más dura y clara, y por tanto disonante con el modelo de Jesús
conciliador que proclamó la Iglesia gentil.
La
versión extensa, pero recortada de toda dureza, es muy deliberadamente política
al diluir la problemática de las clases, borrando una mención tan explícita
contra los ricos, los hartos y los que ríen como la que estructura las Cuatro
Maldiciones y sustituyendo a los pobres por los pobres de espíritu y a los
hambrientos por quienes tienen hambre y sed de justicia.
Así
se atenúa el enfrentamiento del Reino del Mesías con los reinos de este mundo,
en especial con el de Roma, tan incómodo para los cristianos paulinos o
gentiles después de la insurrección judía, como lo recoge Puente Ojea, lo que
resulta una hábil prestidigitación, que la diferencia de la versión breve y de
la Epístola de Santiago, tan diferenciadora de las clases.
Segundo,
porque las innovaciones son claramente interpolaciones o añadidos, que parten
de unas palabras simples iniciales intercalando otras que las deforman, como se
hace al añadir ala palabra “pobres” el suplemento “de espíritu”, a
“hambrientos”, el de “y sedientos de justicia” y todos lo demás añadidos, cuyo
efecto general es difuminar la dura sencillez de la pobreza, el hambre y el
llanto,
Y
tercero, porque la primera versión es más acorde con las reglas de la
transmisión oral: simetría que forma un ritmo de cuatro y cuatro y sencillez
del texto, tanto en las palabras como en los conceptos. La segunda en cambio es
una salmodia de ocho elementos, sin paralelismo alguno, y de conceptos
retorcidos,
En
conclusión, aunque sin base documental, puede aventurarse que la versión del
Sermón de la Montaña de San Lucas es más coherente con la actitud de los
“Pobres de Jerusalén”, los Nazarenos, que no se llamaban precisamente “los
pobres de espíritu de Jerusalén”.
(La
intervención de Saúl de Tarso)
“[Los
Evyonim] usan sólo el Evangelio que es según San Mateo y rechazan al apóstol
Pablo, llamándole apóstata de la Ley”.
(San
Ireneo, que vivió en el siglo I y murió hacia 202)
Saúl
ben Kish de Tarso, como se sabe, no había visto nunca a Jesús Nazareno, ni lo
había oído , ni había hablado con él. No podía recordarlo por tanto en su día a
día vivo, libre, amable, despreocupado de lo material, sin hogar, no
convencional, comprensivo y compasivo.
Él
mismo reconocía que enseñaba un Evangelio diferente, en el que no hablaba de
nada de lo que había dicho o hecho Jesús, por lo que vemos en sus escritos,
sino sólo lo que representaba para sus especulaciones escatológicas y para su
intención de convertir a los gentiles. Consiguió nada menos que atraerlos, pero
al precio de olvidar el amor vivo que Jesús hizo ver a quienes le vieron.
Realizó
una predicación intensísima, más que nadie, pero se proclamó nada menos que
Apóstol por cuenta propia, sin mantener contacto con los Apóstoles de Jerusalén
durante tres años, rompiendo la estructura cerrada dispuesta por el propio
Jesús, tan limitada a doce que por eso Judas fue sustituido por Matías. Saúl
quiso ser el Apóstol número trece y lo fue de hecho, fuera del círculo
previsto.
Jesús
se había dirigido a los judíos, y sólo excepcionalmente a una samaritana, pero
Saúl se dirigió a los gentiles, a quienes permitió seguir a Jesús sin seguir la
Ley Judía.
Los
judíos llamados Nazarenos, o Evyonim o Pobres de Jerusalén, seguidores de Jesús
y dirigidos por el Apóstol Jacob, el hermano del Señor, no aceptaron esta
decisión y acusaron por eso a Saúl como apóstata. Saúl fingió que había habido
un acuerdo y así lo hizo contar en los "Hechos de los Apóstoles";
quizá consiguió que el Apóstol Simón
Kefas
vacilara.
Pero,
aparte de la cuestión de la identidad religiosa de los seguidores de Jesús, la
moral de Saúl de Tarso es la corriente, la del sentido común, sin nada de lo
paradójico y radical que hay en la de Jesús y se puede ver en ella el origen
del formalismo agresivo y despiadado, del nuevo fariseísmo, que culminó con los
siglos en la Inquisición.
Saúl
de Tarso superó muchísimo a todos los discípulos en actividad proselitista, en
inteligencia y a casi todos en capacidad literaria (menos a Juan, si es el
autor de la hermosísima Epístola, del Cuarto Evangelio Canónico y a quien se
atribuye el Apocalipsis)
Tuvo
el mérito de llevar el conocimiento de Jesús a los gentiles, con lo que lo
salvó de la ruina de Jerusalén y lo extendió, de hecho, a todos los pueblos,
cumpliendo las profecías de que Israel sería la Luz de las Naciones; pero puede
preguntarse cómo hubiera sido la Comunidad Nazarena en caso de que Saúl de
Tarso hubiera puesto su talento y su energía al servicio de los verdaderos
Apóstoles.
Todas
las Iglesias que sobreviven, orientales, ortodoxas, católica, protestantes, evangélicas,
son saulinas.
Mientras
que, a mi entender, Jesús habla de Dios, a quien siente dentro de sí, como
dirección de la mirada, la divinización de la persona de Jesús, la atención
puesta en él a la manera saulina, empobrece la imagen de Dios al definir lo
indefinible.
Jesús
siente dentro de sí a Dios como amor por los hombres, que vuelca en milagros de
compasión, pero a la vez, este amor por los hombres hasta la muerte es una
forma del amor absoluto que en todo hombre expresa su necesidad del Absoluto.
No
es preciso mirar a Jesús para ver a Dios, como sostiene desde entonces la
Iglesia saulina, sino ver, gracias a Jesús, el amor en general y en particular
la compasión hacia el hombre como camino desde Dios o como Reino del Amor de
Dios.
Los
Nazarenos y los Evyonim, los judíos dirigidos por el judío Jacob, el Hermano
del Señor, usando los primeros el propio sobrenombre religioso del que llamaban
el Señor, el de una comunidad observante, los Notzrim, también eran llamados
los Pobres de Jerusalén, porque expresaban su mutua compasión en el hecho de
que eran pobres y todo lo tenían en común, unos quizás antiguos mendigos
curados, otros, pobres por su voluntad, los que habían repartido lo que tenían.
Era
la pobreza como alegría y voluntad y Saúl (pese a renombrarse como Paulo,
“Poco”) no lo entendía y hacía colectas para ellos, pero no era de ellos.
Los
Nazarenos y los Evyonim no reconocían las escrituras de los cristianos
gentiles, como las Epístolas paulinas o los Hechos de los Apóstoles. Tampoco se
parecían mucho a los acomodados conversos griegos, llamados “pobres de
espíritu”, pero no necesariamente pobres de dinero, más semejantes a los
cristianos actuales.
Los
Nazarenos contaban con un solo Evangelio, el de los Hebreos, y posiblemente (a
mi entender) con un par de Epístolas, la de Santiago el Menor y la de los
Hebreos.
Dejaron
de existir (salvo unos pocos) con la destrucción de Jerusalén y la dispersión
de los judíos, que les afectó a ellos puesto que huyeron de la ciudad en
peligro de muerte el año 71, antes de que se escribieran los Evangelios
canónicos, éstos corregidos (según afirma una escuela crítica en la que
participa Gonzalo Puente Ojea) con el fin de exculpar a los cristianos gentiles
de la rebelión de los judíos y librarlos de la prevención contra ellos. Los
recuerdos de Jesús que contienen fueron escritos usando otras fuentes, como el
“Documento Q” y retocados también desde la perspectiva de Pablo de Tarso.
Quizás
sólo el Apocalipsis, libro posterior a los Nazarenos, descubre una sensibilidad
más judía que gentil. No por casualidad, entonces, según explicaré al final,
fue uno de los libros más leídos en España.
Pero
si no llega a ser por Paulo de Tarso, la memoria de Yeshua se habría perdido o
casi en el mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario